domingo, 4 de julio de 2010

No sé, quién sabe, se sabrá.

No me puedo creer que siga con la misma convicción que antes...
No me puedo creer como te pude creer ni como he podido volver a caer en el mismo error. Me siento: Ultrajado, mancillado y aturdido después de ti, de tus llamadas, que fueron más mías que tuyas. Maldigo hasta la saciedad mi locura por ti y también tu aureola embriagadora que me vuelve a guiar hasta a ti...
Ahora no hago más que martirizar me pensando en mi error que me persigue en mi mente dándome azotes que me duelen hasta lo más profundo de mi ser.No puedo más y esto, ha de cambiar.



Pienso levantarme mañana temprano para ver mi nuevo amanecer y poder sentir que no es falso el " que bello es vivir".
Si lo consigo, algo estará cambiando, y supongo que para bien.
Ahora ya es hora de dormir y esperar a que los primeros rayos de luz me despierten y destruyan mi letargo con su cálido abrazo...

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¡Menudo tono fatalista ha tenido lo escrito anteriormente! ¿verdad?
Horrible, es cierto. La cama me atrapa, pese al intento por parte del sol por levantarme. Pero... hay una diferencia, me siento despreocupado y no me aprisiona ninguna otra idea más la de ser feliz sea como sea. Empezaré por la sonrisa de disfrutar del crepúsculo desde mi cama mirando por la ventana y acabaré con la del anochecer en un banco con la esperanza de ver resurgir al muerto y renaciente tiempo cada día, más vivo.